Uncategorized

dark-final-2-1593363710.jpg

Contiene Spoilers!

 

¿Cómo hacer una serie fantástica con una de las historias arquetípicas más representativas de al menos la sociedad occidental?

Buscarle el sentido anagógico* a la historia de Adán y Eva, para Baran bo Odar (creador) y Jantje Friese (guionista) no fue muy difícil o talvez así nos lo hacen ver. Con al menos 6 líneas temporales superpuestas entre sí con una precisión milimétrica.

La narrativa, los arcos de los personajes, el casting, el vestuario las locaciones; confluyendo en una excelente serie que logra mezclar mitología, religión, ciencia, teorías universales, iluminismo, Carl Jung, el eterno retorno, viajes en el tiempo y un semi-largo etc. Y no faltará el que dirá –de ciencia precisa no tiene nada– si claro, claro… todos vimos el video de Santaolalla echando abajo las teorías de Dark, pero no es eso lo que me dejo tan enganchado con esta serie, sino más bien la importancia del argumento central, el pecado original.

De una forma simple nos sumerge en los dilemas de la condición humana, el libre albedrío, la vida, la muerte, la verdad, el engaño, la mentira, el caos y el orden, todos ellos omnipresentes en nuestra experiencia, el caos como constante y el orden como posibilidad, y que, aunque pusiésemos todos los esfuerzos en ordenar el entorno, la serpiente de nuestras profundidades tarde o temprano saldrá a ofrecernos una manzana. Solzhenitsyn decía que «la línea que separa el bien y el mal no pasa a través de estados, ni entre clases, ni entre partidos políticos, sino a través de cada corazón humano».

Dicho pecado original, es el caos que significa para ambos abrir los ojos, el verse desnudos en un mundo sin seguridad, vulnerables y temerosos, ver de frente su mortalidad y que por lo tanto representa la búsqueda del conocimiento del ser racional. La maldad surge como una elección solo posible, para nuestra especie.

La serie nos enseña la naturaleza intrincada de cada acto, decisión y elección de los personajes, Dark nos pone a consideración que el bien y el mal está lleno de matices y que juzgarlos de antemano no traerá luz a sus acciones, es interesante ver que casi siempre alguien le entregaba una lámpara o una linterna a Jonas, una buena analogía de argumentación ya que siempre encontraba pedacitos de una verdad.

Al final podemos ver a dos mundos accidentales a cargo de dos héroes y villanos al mismo tiempo, dos amantes reducidos a sus formas de ver su particular realidad, antagonistas con un hilo invisible que los une; una historia recurrente en la humanidad, que ocurre cuando no somos honestos con nosotros mismos desde un inicio, cuando pasamos por alto comportamientos que son fácilmente corrompidos en el tiempo es como que fuese un juego en el cual no se delimitaron la reglas, porque solo cuando existen límites se podrán maximizar los resultados… exacto! Así de compleja es la existencia, la tragedia del amor, – y no, no hablo de esa palabra prostituida por la new age – sino a ese acto que hace aceptes voluntariamente, por sobre todas las cosas, la fragilidad y vulnerabilidad del otro.

La felicidad es vista como el fin último del vivir (sonríe!!!! que nadie que quite esto…lol) y el problema llega cuando intentas implementar estos slogans de la cultura actual en la experiencia personal porque primero que nada es muy complejo determinar o conceptualizar una jerarquía de valores, la felicidad pareciera ser más bien como un subproducto del vivir, es decir una especie de condimento que se agrega al caldo de la existencia más que un fin en sí mismo. Es decir, el paraíso que buscaba Noah nunca llegaría porque la felicidad llega de instantes, no es un lugar, no existe un estar, ni un quedarse, no existe un buscar.

Asimismo, podemos ver como la narrativa nos va mostrando la sombra de cada personaje y lo difícil de enfrentarse a ella, algo que se muestra explícitamente con Jonas y Adam (su sombra), que al final es enfrentada, lo que hace que los dos tengan claridad y consigan una solución inmediata y esta es su inevitable fin. Es ese pacto con el diablo como lo hizo Fausto con Mephistofeles su alma por conocimiento.

El tiempo es como el fluir interminable de un río, pero el hombre lo ha dividido en tres partes: pasado, presente y futuro. El pasado tiene mucha carga y no conocemos el futuro. Para darle sentido a la vida, a esa vida que no tiene ni sentido, ni propósito, ni belleza, el hombre dice: “Hay que vivir el presente”, e inventa esa filosofía de vivir el presente. –  Jiddu Krishnamurti

¿Qué hay con la cuestión del tiempo? Creo que en la mitad de la primera temporada entendimos básicamente la dinámica de los viajes, la lógica interna de la interacción de sus personajes con sus distintitas versiones y obvio con la gran ayuda de su excelente casting ¡claro está!

Más allá de la parte fantástica de los viajes, capaz puede existir otra forma verlo. Todos estamos literalmente atrapados en el tiempo, el pasado que cobra vida en el presente y que influye enormemente en nuestro futuro, ese pasado que muchas veces trae sufrimiento, como cuando nos decimos “desde mañana dejaré de hacer tal o cual cosa o dejaré de comportarme de tal manera” y nos convertimos en esa autoridad implacable y tiránica que busca detenernos a toda costa, como es de esperarse este maltrato interno nunca tendrá buenos resultados a largo plazo y eventualmente fracasaremos en el intento y así el recuerdo de la suma de estos fracasos serán nuestras trabas en el presente y agujeros negros en el futuro, aquella masa abstracta que absorberá toda nuestra energía dejándonos muchas veces sin aliento para continuar.

Si lo vemos de esta forma talvez pueda ser posible cambiar el pasado porque si miramos al pasado desde la comprensión y el perdón, nuestro cerebro cambia su interpretación y si el pasado, presente y futuro son una ilusión, y la realidad no es más que un campo potencial de experiencias que se experimentan de acuerdo al observador, todo el tiempo lo estamos cambiando o lo que es peor podemos estar atrapados en un pasado eterno que nos martiriza como en un loop eterno.

El I Ching lo resume en el primer hexagrama “El origen penetra en todos lados, y su abundancia es inagotable.”

-¿Por qué me fascina el tiempo? Quiero entender si puedo cambiarlo, si todo tiene un propósito. Y si es así, ¿quién decide ese propósito? ¿Coincidencias? ¿Dios? ¿O somos nosotros mismos? ¿Somos libres en lo que hacemos? ¿O todo se crea de nuevo en un ciclo eternamente recurrente y sólo seguimos las leyes de la naturaleza como esclavos del tiempo y del espacio? – Jonas del futuro


* El sentido anagógico es aquel por el cual podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce hacia nuestro origen (el cielo). En otras palabras, el sentido anagógico es el que nos enseña que nuestra meta no está en este mundo, sino que vamos de camino a la casa del Padre(universo), en la eternidad. Este sentido es el que nos anima y el que orienta nuestra esperanza.

 

 

DARK. La sombra que nos atormenta.

Minientrada